jueves, 24 de marzo de 2016

Epílogo: Liberarnos.



Era sábado a la noche y necesitaba que esa noche sea especial, Santino era mi cómplice.

Los dos nos vestimos de jean y camisa blanca.

Revisé que en mi bolsillo estuviera lo necesario y busqué una mochila para dejar nuestro calzado allí.

Dejé en nuestra habitación un vestido blanco que había comprado para Pau y salí con Santi hasta la playa.

-

Cuando salí de bañarme me extrañó no encontrar a nadie. Me acerqué a la habitación y vi un vestido sobre la cama.


“Te estamos esperando los dos en la playa.”

Sonreí y terminé de secar mi cuerpo, me puse aquel vestido y me miré al espejo. Definitivamente Pedro me conocía, la simpleza de esa prenda lo dejaba en evidencia.


“¿Qué es todo esto mi amor?”

“¡Vos veni a la playa!”


Yo reí, dejé el celular en la cama y salí de mi casa para dirigirme a la playa.

Cuando me acerqué a ellos, Santi corrió hacia mí y lo alcé.

- ¿Qué es todo esto hijo?
- ¡Sorpresa!

Yo reí y me acerqué a Pedro.

- Están muy lindos. –Dije y le dí un beso a Pedro, luego besé la cabeza de mi hijo.-

Santi se bajó de mis brazos y me sacó las zapatillas, yo reí y lo ayudé. Las guardó dentro de una mochila y se quedó a nuestro lado.

- ¿Me podes decir que es todo esto mi amor? –Le pregunté a Pedro.-

Pedro lo alzó a Santi, trabándolo en su cintura y tomó mi mano. Yo lo miraba expectante.

- Vinimos a la playa porque creo que es un lugar especial para nosotros… -Y lo notaba nervioso. Besé su mano.- Y porque quiero decirte algo importante.
- ¡Muy importante! –Dijo Santi y reímos.-
- Te escucho mi amor… -Dije acariciando su mano con mis dedos.-

Pedro tomó aire y besó mi mano.

- Bueno… -Suspiró.-
- ¡Dale papi!

Nosotros reímos y le dimos un beso en cada mejilla a nuestro hijo.

- ¿Me dejas hablar? –Le preguntó a Santi.-
- Sí pa.

Pedro sonrió y volvió a mirarme.

- Yo sé que para nosotros los títulos no son importantes, nunca nos fijamos en eso. –Yo negué con mi cabeza.- Pero, hoy siento que somos una familia…
-Sonreí.- Lo somos.
- Bueno, por eso… -Y presionó mi mano.-
- ¿Qué amor?

Soltó mi mano y buscó algo dentro de su bolsillo.

- Quiero que nos comprometamos… Con nuestro hijo y el mar como testigos.

Yo sonreí, con lágrimas en los ojos. Pedro bajó a Santi y tomó mi mano entre las suyas.

- ¿Queres?
- Obvio que quiero mi amor.

Nos dimos un beso corto y Pedro quitó mi anillo viejo (el que me había regalado el día que le conté de Santi) y puso el anillo nuevo en mi dedo.

- Necesitaba que sea como lo había imaginado… Ese anillo podes guardarlo igual.

Yo reí y lo puse en mi dedo mayor.

- ¿Así? –Sonreí.-
- Sí. –Sonrió.-
- Me encanta mi amor. –Lo tomé por el cuello y lo besé.- Te amo con todo mi alma.
- Te amo Rastita loca.
-Rio.- Sos el hombre de mi vida y estoy segura de eso.
- Juro que esperarte fue la mejor decisión que tomé en toda mi vida.

Sonreímos y nos besamos, él me levantó del suelo e intensificamos aquel beso.

Santi nos miraba con una sonrisa.

Pedro se separó un poco de mí y secó mis lágrimas.

- No llores. –Yo reí.-
- ¡Mamá!
- ¿Qué mi amor? –Lo miré.-
- Upa.

Yo sonreí y lo alcé.

- Papá tiene otra sorpresa. –Me dijo.-
- ¿Sí? –Le pregunté.-
- Sí papi, dale.

Pedro rio y nos abrazó a los dos por el cuello, nos dio un beso a cada uno y volvió a meter su mano en el bolsillo.

- Pensé en algo que tengamos los tres… -Dijo.- Y como nosotros todavía tenemos nuestras pulseritas. –Sonreí.- Pensé en que tengamos una cada una, los tres.

Y sacó tres pulseritas de su bolsillo.

- De tanto mirarte, aprendí.
-Reí.- ¿Las hiciste vos?
- Sí… ¿Están muy feas?
-Sonreí.- Estás perfectas.

Pedro y Santi me pusieron la pulsera a mí. Santi y yo a Pedro. Pedro y yo a Santi.

Unimos nuestras manos y nos sonreímos.

Santi y Pedro se tiraron sobre mí y me hicieron caer en la arena. Santi quedó sobre mí y Pedro a mi lado, ambos me llenaban de besos.

- Sos la mejor del mundo mamá. –Dijo Santi.-
- Este pequeño me ayudó mucho con todo esto. –Dijo tomando mi mano.- Quiero que nunca dudes de que te amamos con locura.
-Sonreí.- Los amo tanto, a los dos. –Los abracé contra mí.- Gracias por hacerme sentir una mujer tan plena.
- Te amo mamá.
- Te amo mi amor, mucho más de lo que crees. –Y lo abracé con mucha fuerza.- Gracias por regalarme la oportunidad de ser mamá.

Pedro me miró sonriendo y yo el devolví la sonrisa.

- Te amo. –Dijo modulando sus labios.-
- Te amo y gracias. –Le dije de la misma manera y nos besamos.-

Después de quedarnos un ratito allí, mimándonos… Nos levantamos y volvimos a la casa, solo porque hacía frío.

- ¿Puedo dormir con ustedes mami?
- Sí, podes. –Santi sonrió y besó mi mejilla.-

Los tres nos cambiamos para dormir y nos metimos en nuestra cama.

Santi estaba en medio nuestro y tomaba nuestras manos.

- Son los mejores papás del mundo.

Con Pedro nos miramos sonriendo y besamos su frente.

- Y vos el hijo más hermoso del universo. –Le dije.-
- Te amamos Santi. –Agregó Pedro.-
- Y yo a ustedes.
-Besé su cabeza.- Descansa mi amor.
- Hasta mañana hijo.

Lo mimamos hasta que se quedó dormido y yo apoyé mi cabeza en la almohada, mirándolo. Pedro acarició mi mejilla.

- ¿En qué pensas?
- ¿Tanto se nota mi cara de pensativa?
-Rio.- Sí…
- Pensaba en que… -Suspiré.- No entiendo cómo viví tanto tiempo pensando que esto no era para mí. –Besé la mano de Pedro.- Te juro que siempre que estoy con ustedes soy muy feliz y no lo cambiaría por nada. Son todo lo que necesito.
-Se levantó y besó mi mejilla.- Te amo y amo que hayamos podido cambiar esa cabecita loca y llena de rastas.
-Sonreí y lo besé.- Gracias por bancarme, de verdad.
- No te digo que fue un placer… -Reímos.- Pero, esto que estamos viviendo ahora no lo cambio por nada. –Me besó.- Te amo y los amo, para siempre.
- Te amo. –Lo besé.- Amo que seas mi hombre y que me hayas regalado a esta belleza. Los amo para siempre.

Sonreímos y nos besamos. Volvimos a acostarnos, dejando a Santi en el medio y posamos nuestras manos en su espalda.

- Hasta mañana mi amor… -Dijo acariciando mi mano.-
-Sonreí.- Hasta mañana amor.

Besamos las mejillas de Santi y cerramos nuestros ojos.




« Descubrí que se puede ser libre estando rodeada de amor.

Se puede ser libre amando y teniendo responsabilidades tan lindas como lo es una familia.

Se puede sentir la libertad estando rodeada de gente y sintiéndose protegida.

Soy libre cuando los tengo a mi lado. »



-

Y... ¡Fin!

Novela corta (muy corta), pero es con una de las que más conforme estoy. Espero que les haya gustado tanto la historia como el final. Por favor, SI LEYERON DEJENME ALGÚN COMENTARIO, todo mientras sea con respeto, va a ser bien recibido. Es lindo recibir una devolución del otro lado. ;)

A partir de ahora por diversas cuestiones, decidí quedarme solo con el blog de cortos {
minifanficspyp.blogspot.com.ar/} al menos por unos meses. Yo necesito un descanso del hecho de subir todos los días y estar siempre pendiente de esto, y en cierto punto creo que ustedes también merecen un descanso de mí. Además, sinceramente, necesito dedicarle más tiempo a la universidad y tengo mil bardos personales, por lo tanto casi ni escribo últimamente. Necesito ocuparme más de mí y no tanto de lo que el resto espera de mí, no sé si se entiende, pero necesito hacerlo.

Si quieren seguir leyéndome al menos por estos meses, voy a estar en ese blog.

Si quieren recibir los links de lo que suba ahí, solo tienen que avisarme por acá dejándome su user o mencionándome en twitter y diciéndome que así lo quieren.

Sin más que decir, me retiro. Gracias por el aguante y a todos los que leyeron, siguieron y comentaron esta historia. ♥

miércoles, 23 de marzo de 2016

Treinta y cinco.

- Mami…
- ¿Qué mi amor? –Lo alcé y él escondió su cara en mi pecho.- ¿Qué pasa Santi?

Santi me abrazó por el cuello y yo lo abracé con fuerza.

- Hey… ¿Qué pasa? –Besé su mejilla.-
- Panza.
- ¿Te duele la panza?
- Sí.
- ¿Qué te parece si nos acostamos un ratito en la cama? Capaz con unos mimos de mamá se te pasa.

Él asintió y yo sonreí. Besé su frente y me fui con él a mi cuarto. Nos acostamos juntos, él sobre mí y yo lo abracé por la cintura.

Sonó mi celular.

“Se complicó acá amor, seguro llegue un rato más tarde.”

“No pasa nada.”

“¿Cómo andan?”

“Santi está con dolor de panza y súper mamero, pero bien…”

“Llenalo de besos por los dos.”

“Jajaja, con todo gusto.”

“Nos vemos en un rato.”

“Nos vemos mi amor.”


Santi me sacó el celular de la mano y yo reí.

- Hey, che che che, era papá.

Él volvió a acomodarse sobre mí y escondió su cara en mi pecho.

- Vos sos mía.

Yo sonreí, muerta de amor y lo llené de besos.

- Te amo mucho hijo. ¿Sabías?
- Te amo mami.

No podía creer que ya tuviera cuatro años… Aún sentía que había sido ayer cuando me enteré que estaba embarazada.

En este tiempo nuestra vida cambió demasiado. Pedro se había podido recibir y estaba trabajando en un laboratorio como bioquímico, yo continuaba con mis ferias y con el correr del tiempo nuestra casa estaba cada vez más linda.

Santi se estaba quedando dormido, pero se sentó sobre mis piernas y me tomó por las mejillas.

- Mía mamá.
-Sonreí.- ¿Yo soy tuya?
- ¡Sí!
-Reí.- ¿Y vos sos todo mío? –Pregunté abrazándolo.-
- ¡Sí!

Yo volví a reír y lo tiré en la cama, llenándolo de besos.

- Te amo mamá.
-Sonreí.- Te amo hijo, no te das una idea de cuanto.

Lo senté sobre mis piernas sin dejar de abrazarlo y besé su frente.

- ¿Se te pasó el dolor de panza?
- Sí. –Sonrió.-
- Entonces… ¿Qué te parece si cocinamos algo entre los dos para papá?

Él asintió con su cabeza y fuimos a lavarnos las manos.

“Estamos cocinando para vos…” Y le mandé una foto.

“Ay, quiero llegar ya y morfarlos a besos. En media hora ya salgo.”

“Te esperamos mi amor.”


Cocinamos con Santi y dejamos la comida en el horno.

-

Cuando llegué a casa, Santi corrió hacia mí y yo lo alcé mientras giraba. Siempre hacíamos lo mismo.

- Hola hijo. –Besé su mejilla acomodándolo en mis brazos, trabándolo con mi cintura.-
- Hola papi.

Pau se acercó a nosotros, me abrazó por la espalda y me dio un beso en el cuello.

- Hola mi amor.
- Hola Rastita.

Ella rio. Siempre reía cuando le decía así, amaba hacerla reír.

- La comida. –Dijo Santi.-

Pau lo alzó.

- Papá se va a cambiar y nosotros ponemos la mesa. ¿Te parece?
- Sí. –Respondió Santi.-

Yo le dí un beso a cada uno y me fui a cambiar. Cuando volví, cenamos los tres juntos y luego la ayudé a Pau a ordenar la cocina mientras Santi jugaba en su pieza.

Cuando terminamos, la tomé por la cintura y la besé. Ella sonrió.

- Me encanta que sigas haciendo estas cosas. –Dijo rodeando mi cuello con sus brazos.-
- ¿Qué cosas?
- Estas.
- Amo hacerlas. –La besé.- Te amo a vos.
-Sonrió.- Te amo tontito. –Nos besamos.-

En ese momento, nos llamó Santi y reímos. Fuimos con él.

- ¿Qué pasa hijo? –Pregunté arrodillándome a su lado.-
- ¿Jugamos? –Preguntó con sus autitos en las manos.-
- Sí. ¿Mamá puede jugar también?
- ¡Sí!

Pau sonrió y se acercó a nosotros. Pasamos un rato jugando con él, pero ya era tarde.

- Es hora de dormir enano. –Dijo Pau.-
- Un ratito más.
- Pero mañana tenes jardín. –Le dije.-
- ¡Ufa! –Se quejó y se cruzó de brazos.-
- No vale quejarse. –Dijo Pau haciéndole cosquillas.-
- Un ratito. –Suplicó Santi.-
- Mmm… Un ratito es un cuento. ¿Queres? –Le propuso Pau.-
- ¡Sí! –Y Santi sonrió.-

Lo ayudé a ponerse el pijama y se metió en la cama. Le leímos un cuento entre los dos y él se estaba quedando dormido.

Pau corrió el pelo de su cara y besó su mejilla.

- Que descanses mi amor.
- Soña cosas lindas hijo. –Le dije.-

Acomodamos sus mantas, cada uno de un costado y lo mimamos hasta que se quedó dormido.

Me levanté y le dí la mano a Pau para que también se levante.

La abracé por la espalda y así salimos de la habitación, yo la llenaba de besos.

- ¡Para un poco que lo vamos a despertar!
-Reí.- Bueno che, perdón.
- Dale tonto.

Hice que camináramos hasta nuestro cuarto y la arrinconé contra la pared, besándola.

- ¿Estás bien? –Preguntó.-
- Sí. ¿Por?
- Estás muy mimoso.
- ¿Está mal si quiero estar mimoso con mi mujer?
-Sonrió.- No. –Me besó.-
- ¿Y entonces?
- Solo pregunte che.
- Bueno, bueno. ¡No te enojes che! –Reímos y nos besamos.-
- No me enojo…
- ¿No? –Pregunté acariciando su espalda.-
- No. –Y me besó.-
- Tengo algo para vos.
- ¿Qué?

Yo busqué los chocolates que había comprado en el maletín de mi trabajo.

- Los había comprado para los tres, pero como al peque le dolía la panza… Los escondí para comerlos con mi mujer.
-Sonrió.- Me encanta que me mimes. –Me besó.-
- Siempre mi amor. –Nos besamos y nos sentamos en la cama para comer los chocolates.-

De los chocolates solo quedaban los paquetes y a ellos los acompañaba nuestra ropa sobre el suelo.

Ella y yo estábamos sobre la cama. Amándonos.




-

Y he aquí el último capítulo, espero que les guste y comenten! Mañana subo el epílogo que ya es lo último ♥☺

martes, 22 de marzo de 2016

Treinta y cuatro.

- ¿Qué haces acá? –Pregunté abrazándola por la espalda.-

Ella estaba mirando por la ventana, abrazando sus piernas.

-Suspiró.- No sé…
- ¿Estás llorando?
- Un poco.
-Besé su mejilla.- Hace frío.
- Anda a la pieza por si se despierta Santi.
- Traje el baby-call. No te escapes.
- ¿Escaparme?
- Te conozco che. –Besé su cuello.-
- Me cuesta un poco acostumbrarme y me da culpa.
- A mí me pasa lo mismo… Supongo que debe ser normal.
- A veces sigo pensando que no voy a poder y odio pensar así.
- Nació hace 20 días Pau, es normal que tengas miedo… Yo también lo tengo.
- Mira si no es feliz…
- ¿Por qué pensas en esas cosas?
- No sé, sigo sintiendo que soy poca cosa.
- Mmm… Vení.

Tomé sus manos e hice que volvamos a la habitación. Ella se sentó en la cama y yo le pasé un buzo.

- Estás congelada.
-Sonrió.- Gracias.

Pau se puso su buzo y yo me senté frente a ella.

- ¿Por qué sentís eso? –Pregunté tomando su mano.-
- No sé…
- ¿A vos te dan vergüenza cosas que hiciste?
- ¿Tanto me conoces ya? –Rio.-
- No tenes que sentirte así.
- Tengo miedo de que nunca pueda sentirse orgulloso de su mamá.
- Ese bebé te ama.
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Te busca todo el tiempo.
- Es muy chiquito, no puede hacer más. –Dijo con lágrimas en los ojos.-
- Hey, hey. –Acaricié su mejilla.- No te enrosques.
- Es lo que me pasa. –Dijo ya quebrada.-

Yo suspiré y la abracé.

- Santi te ama más de lo que te imaginas.
- ¿Y si no le alcanzo? ¿Si no te alcanzo a vos?

Me separé un poco de ella y sequé sus lágrimas.

- Sos la mejor mujer de todas, para ser su mamá y para ser mi pareja.
- No sé.
- Sí mi amor. –La besé.- Sí.
- Me siento una tarada.

Yo volví a abrazarla y besé reiteradas veces su mejilla.

- Te amamos los dos, con locura.
- Yo los amo a ustedes.
- No te enrosques más, disfruta.
-Suspiró.- Abrazame.
- ¿Y qué estoy haciendo?
-Rio y nos abrazamos más fuerte.- Te amo.
- Te amo… -Besé su cuello y ella escondió su cara en mi hombro.-

-

Odiaba esa ciclotimia que tenía. Odiaba no poder contra mi cabeza.

Fui al baño a lavarme la cara y cuando volví me acomodé en la cama, Pedro posó a Santi sobre mi pecho y él inmediatamente posó sus manitos sobre mi piel.

Pedro se acomodó a nuestro lado, apoyó su cabeza en mi hombro y unimos nuestras manos sobre la espalda de nuestro hijo.

- Relajate, no pienses más…
- Me cuesta un poco.
- Por eso te lo digo. –Besó mi hombro.-
- Gracias por no mandarme a la mierda.
-Rio.- Te amo mucho como para hacerlo.
- ¿Pero soy un poco insoportable, o no? –Reí.-
- Se lo atribuimos al post-parto así no nos peleamos. –Reímos.-
- En serio, gracias.
- No me lo tenes que agradecer, quiero que estés bien, que disfrutes de esto.
- Te amo… -Susurré.-
- Te amo. –Nos besamos y en ese momento Santi se quejó.- Alguien quiere a su mamá solo para él.
-Reí y besé la cabeza de mi hijo.- ¿No me dejas repartirme? –Reímos.-

-

Al día siguiente, apagué la alarma rápido para no despertarlos, pero cuando me dí vuelta ya estaban despiertos. Santi estaba tomando la teta.

- Buen día. –Dije refregando mis ojos.-
- Buen día. –Me dijo Pau y me sonrió.-

Yo le dí un beso en brazo a Pau y otro en el pie a Santi.

- Veo que te despertaste mejor. –Le dije.-
- Me hace bien sentirlos cerquita.
-Acaricié su mejilla.- Siempre vamos a estar cerca. –Sonreímos.- ¿Qué tenes que hacer hoy?
- Mmm… Nada.
- ¿Pensas seguir durmiendo?
- No sé.
- Pregunto, porque puedo preparar el desayuno y venir para acá o no.
- No, dale. Veni y desayunamos juntos… El peque seguro siga, pero yo prefiero levantarme.
- Bueno, dale.

-

Cuando Santi no quiso más, le hice el provechito, lo cambié y lo hice dormir. Lo acomodé en el moisés y volví a la cama con Pedro.

- ¿A qué hora entras amor?
- En una hora… No te preocupes que llego.
- ¿Seguro?
- Sí.
-Sonreí.- Bueno, está bien. –Y mordí la tostada.-
-Posó su mano en mi pierna.- ¿Dormiste bien?
- Lo que dormí, sí… -Reí.- ¿Por?
- No sé, pregunto. Quiero que estés bien.
- Sos muy tierno…

Pedro se fue y yo aproveché para bañarme y hacer la cama mientra Santi dormía.
Aproveché que tenía un ratito libre y me puse a hacer algunas pulseritas ya que venía un finde largo y de alguna manera, pensábamos vender.
Lo escuché llorar, asique dejé las cosas a un lado y fui a buscarlo.

- Buen día hermoso. –Dije alzándolo.- Hola bebé. –Besé su frente y lo acomodé en mis brazos.- ¿Qué es ese llanto quejoso? –Pregunté haciéndole cosquillas.-

Le cambié el pañal y luego le dí de comer, lo dejé en la cama para ver que hacía y se quedó muy tranquilo allí.

Yo sonreí y le saqué una foto para mandársela a Pedro.

“Acá el peque me ayuda, jajaja”

“Las pulseritas que haga él salen el doble eh. Jajajaj”

“Jajajaj, sos un tarado.”

“Más respeto señorita.”

“Mmm… No sé eh.”

“¿Qué no sabes?”

“Me gusta faltarte el respeto.”

“Eso sonó un poco fuerte…”

“Jajajaja… ¿Me extrañas mucho?”

“Mucho, pero me la banco porque soy macho.”

“Jajajajaja, un pelotudo sos.”

“Gracias por tanto amor.”

“Me gusta molestarte.”

“Me dí cuenta… Lo que me gusta de esto es que te noto mucho mejor que anoche.”

“Perdón, de verdad.”

“No tenes que pedir perdón, mientras estés mejor no hace falta.”

“Me siento mejor.”

“Bueno, me alegro entonces.”


Me acosté al lado de Santi y nos saqué una selfie.

“Te amamos mucho.”

“Son tan lindos, los amo más.”

“No te molestamos más… Anda a trabajar.”

“Nunca molestan ustedes.”

“Tierno♥.”





-

Mañana último capítulo y el jueves el final ♥

lunes, 21 de marzo de 2016

Treinta y tres.

“Nunca creí que en tan poco tiempo podía vivir tantas cosas y tan opuestas… ¡Todas juntas!

Es real que al principio me moría de miedo, miedo de no poder cuidarte ni de amarte como te mereces… Pero, hoy te miro y me doy cuenta que amarte más me dolería.

Nunca creí que sentirme atada a alguien iba a ser tan lindo.

Desde esa primera vez que te tuve en brazos hasta hoy (que fueron pocos días) me doy cuenta que tenerte acá es todo lo que necesito.

Perdón si alguna vez no pude o si dejé que el miedo me ganara… Es difícil cuando de repente todas tus supuestas estructuras se caen sobre tu espalda, pero todo es más fácil cuando tus ojitos me buscan.

Te prometo que este amor es para siempre, que mamá siempre va a estar acá para vos mi amor.

Te amo infinitamente.

Mamá.”


Santi estaba hecho un bollito durmiendo, con su mejilla apoyada en su bracito en una punta de mi cama. Yo estaba sentada en el suelo, frente a él, tan solo mirándolo.

Mi mano acariciaba su espalda y me daba cuenta que podía pasar eternas horas así, con él.

- Amor… ¿Qué haces en el piso? Tenes los puntos todavía.
- Sí, ya sé…

Pedro se arrodilló detrás de mí y besó mi hombro.

- Pero, necesitaba estar así.
- Tengo miedo de que te hagas mal. –Me abrazó por la cintura.-
- Estoy bien.
- ¿Segura?
- Sí…
-Besó mi mejilla.- Estás al borde de las lágrimas.
-Sonreí.- Sí, pero es por este gordito. –Y tomé su manito.-
- Pero anda a la cama, dale.

Pedro me tomó por la cintura y me ayudó a levantarme, yo me acomodé en la cama mientras él tomaba a Santi en sus brazos y lo acostó sobre mi pecho.

- ¿Te quedas? –Le pregunté tomando su mano.-
- Obvio que sí, no hay nada más importante que quedarme con ustedes.

Yo sonreí y apreté su mano.

Sin buscarlo, me largué a llorar y besé la cabeza de mi hijo.

- No llores che.
-Reí.- Estoy muy… Movilizada. Nunca creí que iba a pasarme esto.
- Me encanta haber llegado a tu vida para romper todas tus estructuras.
- Me diste vuelta el mundo… Los dos en realidad.
-Pedro me besó.- Vamos a estar siempre acá para tener tu mundo patas para arriba.
- Te lo suplico.

Pedro me abrazó por el costado y posó su mentón en mi hombro, ambos mirábamos a Santino.

- Me mata sentirlo respirar tan tranquilo. –Dijo.-
-Sonreí.- A mí me mata con tan solo mirarlo, me tiene embobada.
- Es que es hermoso como su mamá.
-Reí.- Ojala salga un poco menos loco.

Y en ese momento, Santi abrió sus ojitos y yo sonreí.

Lo acomodé sobre mi brazo, para que quedara mirándonos y besé su frente.

- Hola mi amor… -Susurré y él posó su manito en mi pecho.- Hola Santi.

Pedro buscó su piecito y lo acarició.

- Se despierta con tanta paz que quiero llenarlo de besos. –Me dijo.-
- ¿Algo te impide llenarlo de besos?
- Mmm… No.

-

Paula me pasó a Santi y yo lo acosté boca arriba sobre mis piernas. Entre los dos lo llenamos de besos y fue en ese momento cuando me dí cuenta que quería que esto sea eterno.

Pau volvió a tomarlo en brazos cuando empezó a pedir la teta y lo amamantó.

- ¿Mañana ya vas al negocio?
- ¿Por?
- Porque mañana me sacan los puntos, pero no pasa nada…
- Me fijo si puedo acompañarte.
- Por favor, sobre todo por él.
- Obvio. –La besé.- ¿Es a la mañana, no?
- Sí.
- Ahora llamo y veo si puedo entrar más tarde.
-Sonrió.- Gracias. –Nos besamos.-

Santino había nacido en una cesárea de urgencia porque Pau había tenido presión alta, si bien nos asustamos bastante, hoy estábamos los tres en casa y llenos de felicidad. (y por supuesto que de amor)

Luego de arreglar con mi jefa que al día siguiente entraría un rato más tarde a trabajar, preparé algo para comer y me acerqué al cuarto.

Paula terminó de cambiar al bebé y cenamos en la cama.

- Me parece que es hora de dormir che… -Dijo acariciando la nariz de Santi.- ¿Qué te parece? –Besó su frente.- ¿Eh?

Luego de amamantarlo, Santi se quedó dormido. Entre los dos acomodamos las cosas que habíamos usado para cenar y volvimos al cuarto.

El peque dormía en su moisés y Pau ni bien se acostó, cerró sus ojos.

- ¿Estás muy cansada?
-Rio.- Sí… Pero no quiero dormir.
- ¿Por qué?
- Porque quiero estar un rato con vos. ¿Se puede?
-Sonreí y besé su frente.- Obvio que sí, pero si tenes sueño…
- Necesito tus mimos.
- ¿Estás bien?
- Sí, es solo que estoy sensible.
- Mmm… -Dije acariciando su cuello.-
- En serio nene.
- Vení entonces.

Hice que apoyara su cabeza en mis piernas y comencé a jugar con sus rastas y a acariciar su cara, su cuello, sus brazos…

- Haces magia. –Me dijo mirándome.-
-Sonreí.- Aprovecha a dormir antes de que se despierte el gordo.
- Es verdad, pero vos también.

-

Nos quedamos dormidos y en medio de la noche Santi se despertó llorando más que nunca… No podía creer como lloraba tanto siendo tan chiquitito.

Lo cambié, intenté darle la teta, lo paseé por toda la casa, me acosté con él… En fin, hice todo y nada funcionaba.

- ¿Qué le pasará? –Pregunté un poco asustada.-
- Capaz le duele algo.
- ¿Qué?
- No sé Pau, vení…

Yo me semi-acosté en la cama y lo acomodé a él sobre mi pecho y boca arriba.

- Quedate con él, en algún momento se le va a pasar.
-Suspiré.- No me gusta que llore así.
- A mí tampoco, pero no podemos adivinar lo que le pasa.

Yo besé su cabeza y comencé a masajear su pecho.

- Tranquilo bebito. –Susurré en su oído.-

-

Esa madrugada, después de lograr tranquilizar al gordito y a Pau, dormimos un rato más.

A la mañana desayunamos juntos, Santi tomó la teta y los acompañé al médico.

Le sacaron los puntos de la cesárea a Pau y ya habíamos salido.

- Anda amor, nosotros volvemos caminando.
- ¿Seguro?
- Sí, está lindo al solcito… Además, en el camino seguro se duerme. –Dijo acomodándolo en el cochecito.-
- Avisame cuando estén en casa.
-Sonrió.- Dale.

Yo le dí un beso a Santi y acomodamos el plástico en el cochecito, lo usábamos siempre porque al estar cerca de la playa casi siempre volaba arena.

- Chau amor. –Me dio un beso.-
- Nos vemos Rastita. –Reímos y nos dimos otro beso.-




-

Últimos dos capítulos!

domingo, 20 de marzo de 2016

Treinta y dos.

Los días pasaban y los meses también…

Mi panza ya no podía ocultarse, los movimientos de mi bebé tampoco.

Después de eternas madrugadas sin dormir y charlas infinitas con Pedro, por fin había podido dejar de lado el miedo y la culpa…

Pedro había conseguido trabajo y además estaba terminando su carrera a distancia, la verdad era que admiraba como se había puesto todo en el hombro. Por primera vez en mi vida me sentía enamorada.

Yo seguía haciendo mis cosas para vender en la feria y al menos aportaba algo.

Nos habíamos mudado a un departamento un poco más grande, con una cocina, un living, dos habitaciones y baño… Era pequeño pero no necesitábamos más.

Lo escuché llegar y sonreí.

- Hola mis amores… -Dijo abrazándome por la espalda, yo estaba preparando una tarta en la cocina.-
- Hola mi amor. –Giré un poco la cabeza y lo besé.- ¿Cómo fue?
- Mmm… Bastante cansador, necesitaba llegar a casa y estar con ustedes. –Y me dio un beso en la panza.-
- ¿Queres ir a darte una ducha y merendamos algo juntos?
- ¿Y la tarta?
-Reí.- Es para la noche.
- Me ducho rápido y vamos un rato a la cama.
- Dale… Preparo el mate.
- Dale. –Besó mi mejilla y se fue.-

Yo preparé el mate con algo para comer y estábamos en la habitación.

- ¿Cómo se portó hoy? –Preguntó tocando mi panza.-
- Así… -Reí.- Moviéndose todo el tiempo.
- Ay Santino, Santino. –Besó mi panza.- Me parece que nos vas a volver locos.
-Reí.- Lo vamos a correr por toda la playa. –Reímos.-
- No veo la hora de tenerlo acá.
-Sonrió.- Ya queda menos. –Y volvió a besar mi panza.-
- ¿Tres meses te parece poco?
-Pedro rio y se sentó frente a mí.- No, pero lo que ya pasó… Se pasó volando.
- Es verdad.
- Y tenemos que armar un montón de cosas.
-Reí.- Su cuarto no tiene nada pobrecito. –Y toqué mi panza.-
- Este finde podemos ir a ver… Ya tenemos bastante ahorrado.
- Sí, es verdad.
- Quedamos así eh.
-Sonreí.- Dale. –Lo besé.-

-

Ese fin de semana compramos varias cosas para nuestro pequeño y de a poco, su pieza comenzaba a tomar forma.

Habíamos pintado juntos, hacia varios meses, las paredes de verde clarito y las decoramos con algunas cosas, la mayoría hechas por nosotros.

- Me lo imagino jugando acá y me muero de amor. –Dijo y sonrió.-
-La abracé por la espalda y besé su cuello.- Me encanta escucharte así.
- A mí también me gusta sentirme así.

Y en ese momento, Santino se movió fuerte y reímos.

- Tranquilo che. –Me arrodillé y besé la panza.-
- Me parece que sabe que por acá lo estamos esperando muy ansiosos. –Y posó sus manos en su panza.-

Nos miramos sonriendo y ella acarició mi mejilla.

- Perdón, sé que estuve muy insoportable al principio.
- No tenes que pedir perdón por eso.

Y me paré para estar a su altura.

- Por algo me dijiste eso recién.
- Te lo dije porque estoy muy feliz.
- Mmm…
- En serio che. –La besé.- ¡Deja de enroscarte!
-Rio.- No puedo.
- Para mí es todo culpa de esas rastas. –Reímos.-
- ¿No te gustan mis rastas?
- ¡Me encantan!
- ¿Es muy desubicado ser madre con rastas?
-Reí.- ¿Qué boludes estás diciendo?
-Rio.- No sé.
- Me encantas así.
- ¿Así? Estoy hecha una bola.
- Estás hermosa.
- Mmm…
- ¡Her-mo-sa! –La besé y ella sonrió.-
- Creo que si no era con vos, nunca iba a ser con nadie. –Me besó.- De verdad, me haces sentir muy bien y segura.
- Tengo un privilegio muy grande en haber podido ser yo. –Sonreímos y nos besamos.-
- Te amo mi amor.
- Y yo te amo a vos Rastita.

Ella sonrió y nos besamos.

Había sido complicado, pero me sentía perdidamente enamorado de ellos y quería sentirme así para siempre.

Paula se fue al cuarto a hablar con su mamá y yo aproveché para hablar con la mía.

Me acerqué a la habitación y ella estaba sentada en la cama, acariciando su panza.

- ¿Se puede?
-Sonrió.- Obvio tonto, veni.

Me senté al lado de ella y besé su mejilla.

- ¿Estás bien?
- Sí amor.
- ¿Segura?
-Rio.- Sí. –Me dio un beso.- ¿Por qué?
- No sé, tenes la carita rara.
- Estoy cansada, caminamos mucho… Es solo eso.
- Mmm… ¿Queres unos masajitos?
- No puedo negarme.

Yo sonreí y me arrodillé detrás de ella, hice masajes en su espalda y en su cuello. Luego, me senté e hice que su espalda reposara en mi pecho mientras nuestras manos estaban en su panza.

-Cerró sus ojos y suspiró.- Me dan mucha paz.
-Besé su cuello.- Y ustedes a mí.
- Nunca creí que podía sentirme así.
- Te juro que yo tampoco.
- Ahora siento que no lo cambiaría por nada.
- Sos tan linda.
- Vos sos lindo, si no fuese por vos… No podría.
- Pero estoy acá. –Besé su frente.- Y además, vos sos mucho más fuerte de lo que crees.
- Mmm…
- Sí mi amor.
- Si vos decís.
- Yo digo.

Reímos y ella abrió sus ojos, me miró.

- Te amo. –Me dijo.-
-Sonreí.- Te amo.

Besé su frente y ella cerró sus ojos.

- ¿Puedo dormir un rato encima tuyo?
- Obvio que sí.
-Sonrió.- Gracias.
- Me encanta que duermas encima mío, porque me encanta sentirte cerca y porque me encanta ver como Santi se mueve para todos lados.
-Rio.- Espero que me deje dormir.
- Cuando ponemos nuestras manos juntas se tranquiliza.
- Eso es verdad.
- Relajate…

Nuestras manos estaban sobre su panza y ella al rato se quedó dormida.

-

Me desperté después de un largo rato y sonreí al ver que seguía sobre él.

- ¿No te moviste nunca? –Reí.-
- No… Me quedé con ustedes, me desperté hace un ratito.
-Sonreí.- Sos muy lindo.
-Besó mi frente.- El peque también se durmió.
- Sí… No lo quememos. –Reímos.-
- Me estoy muriendo de hambre. ¿Vos no?
- Mmm… Sí. ¿Cocino la tarta?
- Dejame que la cocino yo.
- ¿Seguro?
- Sí, quedate acá.
- ¿Tan demacrada estoy? –Reí.-
- No, pero quiero mimarte un poco.
-Sonreí.- No me voy a negar.
- Es lo que nos queda de novios, tenemos que disfrutar.
- ¿Novios?
- ¿No somos novios?
-Reí.- Nunca lo había pensando, pero sí…
- ¿No lo habías pensado?
- No le presto atención a esas cosas.
- ¿No te gusta ser mi novia?
-Sonreí.- Me encanta.




-

Últimos capítulos, termina el jueves... Comenten, por favor!♥

sábado, 19 de marzo de 2016

Treinta y uno.

Por fin los días pasaron y yo acababa de llegar, Paula me había dado un juego de llaves la última vez que nos vimos, asique ingresé directamente en su casa, era de madrugada.

Me quité mis zapatillas y me acosté detrás de ella, la abracé por la espalda y besé su cuello, llevé mi mano a su panza y apoyé mi mentón en su hombro.

- Hola Rastita.
-Sonrió.- Ay, necesitaba mucho que me abraces así.
- Acá estoy. –Besé su hombro hasta llegar a su cuello.- Acá estoy.
- Gracias.
- No tenes que agradecerlo, yo también necesitaba estar así. –Besé su mejilla.-
-Cerró sus ojos y entrelazó sus dedos con los míos.- Quedate acá.
- No pienso irme a ningún lado.
- ¿Cerraste la puerta?
- Sí…
- ¿Podemos dormir juntos?
- Obvio que sí, pero primero quiero hacer algo…
- ¿Qué?

Hice que gire hasta quedar boca arriba y la besé.

- Eso.
-Sonrió y me tomó por la mejilla.- No quiero llorar.
- Veni…

La abracé contra mi pecho.

- ¿No dormiste estos días, no?
- Poco y nada. –Suspiró.-
- Tenes que descansar.
- No puedo frenar mi cabeza.
- ¿Queres que hablemos?
- Ahora prefiero dormir. –Suspiró otra vez.-
- Entonces cerra los ojos…

Paula cerró sus ojos, yo acomodé la sábana sobre nosotros y la abracé por la cintura.

- Intenta relajarte.
- Vos también Pedro.
- Yo estoy relajado.
- Siento como tu corazón va a mil por hora.
-Suspiré.- Perdón, no quiero ponerte nerviosa.
- Entiendo que es raro para los dos.

Y ninguno de los dos dijo más nada.

-

Sentirlo acá otra vez me tranquilizaba bastante, pero aún así no podía frenar mi cabeza.

Calculaba que habían pasado varias horas porque el sol ya entraba por las hendijas de la ventana y seguíamos despiertos.

Me levanté a tomar un poco de agua y cuando volví, me senté en la cama con mis piernas cruzadas. Prendí el velador y posé mis manos en mi panza.

- Creo que si no hablamos no vamos a poder dormirnos jamás.

Pedro abrió sus ojos y se acercó a mi panza la cual en estos días se había hecho un poquito más notoria.

- Esto no tenes que escucharlo vos. –Dijo y besó mi panza.-
-Reí y acaricié la nuca de Pedro.- ¿Qué somos nosotros? –Pregunté confundida.-

Él se sentó frente a mí y suspiramos a la par.

- ¿Vamos a la playa? –Propuso.-
- ¿Para?
- Mmm… No sé, pero me gusta que hablemos ahí.
- Está bien, capaz mirar un rato el mar me tranquilice.

Nos cambiamos y fuimos hasta la playa, era temprano y como todavía no había comenzado la temporada estábamos prácticamente solos.

Pusimos una esterilla en el suelo, nos sentamos frente a frente con nuestras piernas cruzadas y yo giré mi cabeza para mirar el mar.

- ¿Ves como las olas van y vienen? –Le pregunté.-
-Giró su cabeza.- Sí…
- Bueno, yo me siento igual, todo el tiempo voy y vengo entre mil sensaciones.

Él me tomó por el mentón e hizo que nos miremos.

- Son muchos cambios de repente para los dos… -Dijo.-
- Sí. –Se encogió de hombros.- Te juro que no sé cómo ordenar mi cabeza.
- Estando juntos.
- Te repito: ¿Qué somos nosotros?

Pedro no dijo nada, tan solo hizo que me acostara en la esterilla, tirándose suavemente sobre mí, teniendo cuidado de mi panza y me besó.

- Somos todos lo que queremos ser.
- ¿Y qué queremos ser? –Pregunté tomándolo por sus mejillas.-
- Dos personas que se aman.
-Suspiré.- ¿Y eso alcanza?
- Yo creo que sí…
- Perdón si estoy muy negativa, pero de verdad que me muero de miedo.
-Acarició mi nariz con la suya.- Yo sé que lo nuestro fue muy fugaz, intenso, raro, con idas y vueltas… Pero, creo que si la vida nos puso a este bebé en el camino es por algo.
- Puede ser.

Pedro se sentó y me dio la mano para que me siente también.

- Vamos a poder contra el miedo.
- Tengo miedo de que nunca pueda ser feliz conmigo como madre. –Dije tocando mi panza.-
- No pienses en eso Pau.
- Es lo que me pasa.
- Sos una mina hermosa.
- No soy el mejor ejemplo del mundo.
- Enfrentando todo esto, sos un ejemplo hermoso.
- No siento que lo esté enfrentando.
- Hey, deja de pegarte un poco.
-Suspiré.- No puedo.
- Sí que podes. –Me besó.- Dale…

Yo bajé mi mirada y no pude no largarme a llorar.

- Siento que voy a explotar de la culpa que tengo.
- ¿Culpa de qué?
- De ser su mamá, culpa de tener tanto miedo, de que haya caído acá por un error, por una calentura… Culpa de sentir que no lo quiero tanto como debería.
- No te enrosques.
- No voy a poder ser mamá.
- Sí que vas a poder…
- No, me da culpa no poder estar feliz del todo.
- Los humanos somos así de ambivalentes.

Sequé mis lágrimas y suspiré profundo.

- Se merece algo mucho mejor.
- Yo creo otra cosa…
- ¿Qué? –Pregunté y él tomó mi mano.-
- Que este bebito desde el universo vio a dos personas que se aman pero que no podían o no se animaban a estar juntas, entonces dijo “algo tengo que hacer”
-Reí.- Sos un tarado.
- Dicen que los bebés eligen a sus papás.
-Suspiré.- ¿De verdad?
- Sí…
- ¿Quién lo dice?
- La vida. –Reímos.- Dale… No pienses en esas cosas.
- No tenemos un mango partido al medio Pedro.
- Yo voy a laburar.
- ¿De qué? ¿En dónde?
- De lo que sea.
- Pero…
- Pero nada. –Me besó.-
- ¿Me abrazas?
- Obvio que sí, veni.

Nos abrazamos y cerré mis ojos.

- Siempre voy a estar acá. –Besé su mejilla.-
- No me da miedo solo el embarazo. –Dije.- También me da miedo esto.
- ¿Esto qué?

Me separé de él.

- Nuestra relación.
- Vayamos paso a paso… -Tomó mis manos.-
- ¿Cómo?
- Así, de a poquito. –Besó mis manos.- Ya sé que un bebé cambia mucho las cosas, pero con el amor que sé que está, vamos a poder.
- ¿Cómo podes estar seguro de que el amor está?
- ¿Vos no lo sentís?
- Sí, pero igual.
- Yo creo que si no nos olvidamos habiendo estando tanto tiempo separados y tan poco juntos, por algo es…
-Suspiré.- Eso puede ser.
- ¿Una sonrisa? –Yo sonreí.- ¡Más grande!

Volví a sonreír y lo besé.

- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por estar acá. –Y volví a besarlo.- De verdad.




-

viernes, 18 de marzo de 2016

Treinta.

Me desperté en medio de la noche, me sentía demasiado mal y no era solo físico.

Abrí la ventana porque me faltaba el aire y luego de ir al baño, volví a mi cama. Me senté allí y llorar fue inevitable.

Estaba muerta de miedo, como nunca en mi vida.

¿Yo con un hijo? ¿Yo que le escapaba a las ataduras y responsabilidades? ¿Yo tenía que hacerme cargo de un bebé?

¿Iba a poder?

Estaba llena de culpa, llena de culpa porque llegó sin que lo busquemos y porque llegó a un lugar en donde no sé si va a poder ser feliz…

“Capaz es mejor que no vengas.”

Le envié sin pensar y dejé mi celular a un lado.

El atado de cigarrillos estaba a mi lado y estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por no agarrarlo.

Me moría por fumar y salir a correr en la playa, tratando de desquitar todo lo que me pasaba.

Mi celular sonó y era Pedro, atendí temblando y esperé a que hablara él.

- ¿Qué pasa? –Preguntó súper dormido.-
- Lo que te dije.
- ¿Qué pasa? –Repitió con una paz que me estaba violentando.-
- Que no voy a poder.
- Sí que vas a poder.
- Siento que no.
- Sí Rastita, vas a poder y vamos a poder.
- No quiero atarte a algo que capaz…
- No me estás atando a nada, es elección mía.
- Tener un hijo no es elección tuya.
- Tuya tampoco.
- Lo sé, pero…
- Pero nada, no voy a dejarlos solos y no lo hago por obligación.
- ¿No?
- No Pau, obvio que no. –Suspiró.- Me cayó como un balde de agua helada, igual que a vos… Pero no deja de ponerme feliz.
- No puedo dejar de temblar.
- Yo sabía que no tenía que dejarte sola.
- No sé qué hacer para no fumar. –Suspiré y sequé mis lágrimas.- Encima ya fumé un montón antes de saberlo y eso también me llena de culpa.
- Tranquila… El médico dijo que estaban bien.
- Yo no estoy bien en este momento.
- Trata de tranquilizarte.
- No puedo, tengo demasiada culpa. Tengo miedo de no poder, de no poder ser madre, de no poder hacer que sea feliz. ¿Te das cuenta que siempre le escape a estas cosas?
- ¿Te arrepentís de querer tenerlo?
- No Pedro, no es eso.
- ¿Y qué es?
- Pánico.
- ¿Queres que vaya?
- No, no hace falta.
- A mí me parece que sí.
- No, en serio.
- No quiero que pienses que lo mejor es que no vaya.
-Suspiré.- No puedo pensar en nada en este momento igualmente.
- Dale… Voy.
- Tenes que solucionar cosas allá.
- Mi prioridad ahora es que estén bien.
- Ya se me va a pasar.
- Te estoy escuchando llorar.
-Suspiré.- En serio.
- En serio vos.
-Reí.- Basta, nos vemos en unos días.
- ¿Segura?
- Sí…
- Bueno, pero me quedo hablando con vos hasta que te tranquilices.
- Sos muy tierno.
- Me angustia escucharte así.
- Dicen que el embarazo pone muy susceptible a las mujeres.
- Me estoy dando cuenta. –Reímos.-

-

Me quedé hablando con ella más de dos horas y ya era hora de levantarme.

Ese día fui a la universidad a dar de baja mi matrícula, hablé con mi familia y con mis amigos.

Hice los trámites que debía hacer en la prepaga, para que Paula tuviera su carnet y demás cosas.

“Ya hice casi todo.”

“¿Casi todo?”

“Sí, te dije que quiero ir.”

“Sos un tierno… Yo no me pude levantar de la cama.”

“¿Te sentís mal?”

“Sí, bastante…”

“Quedate en la cama entonces.”

“Mañana hablo con el dueño del departamento…”

“No te preocupes, sino lo hacemos juntos.”

“Si me siento mejor, mañana lo llamo.”

“¿Ahora puedo llamarte yo?”

“Mmm… Sí, obvio.”


- Hola. –Me dijo del otro lado.-
- Hola Rastita… Qué lindo escucharte.
-Rio.- ¿Por qué sos tan tierno?
- Es que te imagino con esa pancita y no puedo no serlo.
- Hoy me siento hecha un globo. –Rio.-
- Seguro estás hermosa.
- Mmm… No. –Volvió a reír.-
- Por lo menos te reís.
- Perdón por lo de anoche.
- No tenes que pedir perdón.
- Reaccioné como una nena.
- Reaccionas como podes.
- Perdón, en serio.
- No tengo nada que perdonarte.
-Suspiró.- ¿Seguro?
- Muy seguro. ¿Qué estás haciendo ahora?
- Unas pulseritas, sin moverme de la cama.
- ¿Y comiste?
- Sí, comí…
- Tenes que portarte bien.
-Rio.- Tiré todos los cigarrillos que había en mi casa.
- Entonces te estás portando bien.
- Sí… -Rio.- Igual, va a ser más fácil cuando estés acá.
- Este finde ya estoy ahí, te lo prometo.
- Creo que puedo aguantar. –Reímos.-

Y en ese momento, escuché que dejó el celular y la escuché irse.

- Perdón… -Dijo volviendo a agarra su celular.- Me siento muy mal.
- ¿Por qué no dejas las pulseritas y te acostas?
- Me pone peor no estar haciendo nada, me concentro en que me siento mal. –Rio.-
- Bueno, fijate como te sentís mejor…
- Me matas de ternura.
-Reí.- Bueno, quiero cuidarlos.
- Nos estás cuidando mucho.
- ¿Sí?
- Sí, no te hagas la cabeza.
- Me cuesta.
- Por eso te lo digo…
- Quiero estar ahí.
- Bueno, pero son solo unos días.
- Me hizo mierda escucharte así anoche.
-Suspiró.- Perdón…
- No, no tenes que pedirme perdón.
- Odio reaccionar así.
- Está bien, reaccionamos como podemos.
- Capaz es mejor que dejemos de hablar.
- ¿Por qué?
- No sé si esta conversación va a llevarnos a algún lado.
- Te juro que el fin de semana estoy ahí.
- Está bien, te voy a estar esperando.
- Son solo dos días más.
- Sí… -Suspiró.- Voy a intentar dormir un poco.
- Dale, que descanses.
- Te amo…
- Yo también te amo, mucho.
- Un beso.
- Otro para vos.

Suspiré y corté el celular.

Me sentía un nene que tenía que hacerse hombre y tenía tanto pánico como ella.

No era que no estuviera seguro de que la quería… Pero, entendía que casi ni habíamos estado juntos y de repente tener que hacernos cargo de un hijo era fuerte.

“Te juro que vamos a encontrarle la vuelta a esto Rastita.”

“Confío en vos…”





-

Últimos 5 y no sé en qué momento pasó... Espero que les guste. ♥